El Real Sitio de Aranjuez, al sur de Madrid, junto al río Tajo, es un auténtico oasis en medio de la inhóspita meseta castellana. Es lo que los antiguos persas llamaban pairidaeza que ha derivado en nuestra palabra paraíso, que significa «jardín cercado». El concepto de paraíso es el de un lugar delimitado, al que tienen acceso unos pocos privilegiados. Escenario de suntuosas fiestas, era un mundo mágico poblado por plantas y animales exóticos, donde la corte llevaba una vida despreocupada y lúdica durante los meses de primavera.
Los jardines del Real Sitio de Aranjuez han sido también inspiración para pintores, poetas y músicos. Joaquín Rodrigo plasmó su esencia en el famoso Concierto de Aranjuez: «En su melodía persiste el perfume de las magnolias, el canto de los pájaros y el susurro de las fuentes», explicó el maestro.
Los orígenes de Aranjuez se remontan a un palacio medieval de la Orden de Santiago que pasó a manos de los Reyes Católicos a finales del siglo XV. Fue su nieto Felipe II quien en 1561 inició un nuevo palacio renacentista con los mismos arquitectos de El Escorial, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Sin embargo, el edificio no se llegó a terminar hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Este monarca, muy aficionado a la jardinería (véase El Escorial), mandó construir el jardín del Rey, un íntimo y recoleto espacio, junto al palacio, rodeado de altos muros; un «jardín secreto» de inspiración italiana. A Felipe II se debe también el jardín de la Isla, ubicado en un terreno triangular formado por el río Tajo y un canal. El trazado sigue el modelo de los jardines renacentistas flamencos, por ello trabajaron en él jardineros de ese país, además de otros procedentes de Francia y Alemania.
Iglesia de San Antonio
La iglesia fue concebida para ser utilizada como capilla real y tiene su origen en un oratorio de Felipe IV. Fue proyectada por los arquitectos Isidro González Velázquez y Santiago Bonavía en el siglo XVIII. El espacio se articula por medio de un sistema de arquerías, mediante un juego de curvas y contracurvas. Tiene planta circular y resalta la cúpula. En ella está muy presente la influencia italiana.
Jardines reales
Escudo partido en dos cuarteles: Primero, en campo de plata la Cruz de Santiago, de gules. Segundo, en campo de gules río de plata y azur, surmontado de palacio de oro. Al timbre, Corona Real de España cerrada: círculo de oro engastado con piedras preciosas que sostienen ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas que convergen en un punto de unión, un orbe de azur, con semimeridiano y ecuador en oro y una cruz de oro; la corona forrada de gules. En punta del escudo, una cinta de oro anudada, cargada con la leyenda: "Real Sitio y Villa de Aranjuez".
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Prehistoria y Edad Antigua
Las características del espacio físico en el que se encuentra Aranjuez, en la confluencia de dos ríos y como lugar de paso de una importante vía de comunicación, ha propiciado, desde tiempos remotos, la presencia de pobladores de diferentes culturas. Esta ha quedado atestiguada gracias a numerosos hallazgos arqueológicos a lo largo de la historia.22 En la década de 1980 se llevaron a cabo una serie de prospecciones que constataron la existencia de más de un centenar de yacimientos cuya cronología se remonta hasta el Paleolítico inferior y medio,22 e incluye hallazgos correspondientes al Neolítico, el Calcolítico —con ejemplos de la cultura del vaso campaniforme en Algodor—,65 la Edad del Bronce, representada por hallazgos como el descubierto en 1993 en el casco urbano, en el que se hallaron un silo excavado en la terraza fluvial y una sepultura de inhumación en fosa,66 y la Edad del Hierro; durante esta última, la zona se encuadraba dentro del territorio habitado por los carpetanos.
Antes de la romanización del territorio, su entorno se identifica —en concreto el vado del Tajo a la altura de Oreja—6869 como escenario de la batalla del Tajo, entre los cartagineses de Aníbal y los carpetanos, acaecida en 220 a. C. y que se saldó con la victoria cartaginesa. Otros enfrentamientos posteriores, ya en el marco de la conquista romana de Hispania, tuvieron como protagonistas a carpetanos, olcades y vetones y, tras la ocupación de Toletum en 193 a. C., toda la zona quedó bajo dominio de Roma.
Durante el periodo romano su entorno fue encrucijada de varias calzadas como las que, desde Toledo y afectando a Algodor y Castillejo, discurrían hacia el noreste a través de Titulcia y Complutum hasta Zaragoza y Tarragona, o hacia el norte, por Pinto, Miaccum, Collado Villalba y Segovia. Entre los hallazgos de este periodo, junto a la senda Galiana, se hallaron restos de tejas y terra sigillata, lo que indicaría un poblamiento romano al borde de la vía; en Soto del Hinojar pudo alzarse una villa romana, sin estructuras visibles, pero con restos de tejas, fragmentos cerámicos y molinos de mano; y en el yacimiento de Las Cuevas se encontró cerámica tardorromana.
Edad Media
La presencia de los visigodos está atestiguada, principalmente, gracias a la necrópolis de Cacera de las Ranas. Esta fue descubierta en 1986 e incluía unas 150 sepulturas, cuyo tipo más común era una estructura con lajas de yeso en laterales, fondo y cubierta. Abarca una cronología desde el siglo V al siglo VII y serviría a uno o varios asentamientos rurales, entre los muchos que se distribuirían en los valles de los ríos a lo largo de la vía entre Toletum y Complutum. El periodo musulmán apenas dejó testimonios, pero el entorno de Aranjuez sería testigo de los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes. Entre las fortalezas situadas a lo largo del Tajo destacaba el castillo de Oreja. A finales del siglo xi, la zona pasó a manos cristianas tras la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI Sin embargo, los almorávides volvieron a recuperar la zona para los musulmanes tras la ocupación de Oreja en 1113.75 Finalmente, en 1139 Alfonso VII recuperó Oreja e inició la repoblación de la zona como forma de consolidar la ocupación. Este proceso de repoblación se apoyó, entre otras instituciones, en las órdenes militares. Entre estas, la Orden de Santiago recibió en 1171 la Encomienda de Oreja.
En el siglo XIII se estabilizó la zona del Tajo, toda vez que los enfrentamientos armados se desplazaron hacia el sur, y ello permitió la existencia de núcleos de población estables. En ese contexto se produjo la decadencia militar de Oreja y la prosperidad de Ocaña, sede de la Orden. Esta, en 1202, otorgó al concejo de la villa la mitad del Prado de Ontígola y sus heredades, y en sus dominios pronto se integraría Aranjuez, elegida como residencia de descanso por los maestres. Así, entre 1387 y 1409, se promovió la construcción de una casona, en un emplazamiento similar a donde se ubica el palacio real. Además de la pesca, el otro entretenimiento de la época era la caza, siendo Aranjuez un lugar ya habitual como marco de las cacerías reales.
Mediante bula papal, Inocencio VIII concedió a Fernando el Católico la administración de las distintas órdenes militares cuando fallecieran sus respectivos maestres; posteriormente, otra bula de Alejandro VI extendió tal concesión a la reina Isabel. Eso significó incorporar las tierras de Aranjuez a la Corona, ya que el primero que desapareció fue Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago, en 1489. Con el objetivo de convertir el lugar en residencia real, se amplió y reformó la casona y se configuró el entonces llamado Jardín de la Reina o Isla de la Reina —posteriormente jardín de la Isla—. El caserío era muy escaso; apenas unas casas en el Raso de la Estrella y en el futuro Parterre, la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella —que se derribó en el siglo xviii— y la casa del administrador Gonzalo Chacón.
Edad Moderna
Cacería del tabladillo en Aranjuez (c. 1640) de Juan Bautista Martínez del Mazo
Bajo el reinado de Carlos I el territorio de Aranjuez creció a expensas del desmembramiento de las anteriores encomiendas santiaguistas y de la incorporación de tierras de particulares, pueblos vecinos y otras órdenes militares, además de varios intercambios de terrenos. Así, se fueron incorporando, entre otros, las encomiendas de Otos (1534) y Aceca (1535), terrenos de la encomienda de Oreja (1540), el heredamiento de Gonzalo Chacón (1544), la encomienda de Alpajés (1534) y terrenos de la encomienda de Ocaña (1534). Esta política de adiciones continuó bajo Felipe II, con quien el Real Sitio alcanzó sus límites más extensos, y así tuvieron lugar distintos incrementos territoriales entre 1569 y 1587.
Felipe II empezó a concebir un palacio independiente de la casa maestral y dictó una orden mediante la cual prohibía construir casas particulares en Aranjuez. Los arquitectos Luis de Vega y Gaspar de Vega realizaron los primeros planos para el desarrollo del Sitio, en el que los cauces naturales y artificiales, los puentes, el viario y la residencia real constituirían los principales elementos que articularían el territorio. A partir de 1560, Juan Bautista de Toledo se convirtió en arquitecto mayor y recibió el encargo de realizar los planos del nuevo palacio; además, continuó el trazado de calles arboladas, labor que se había iniciado entre 1554 y 1559, y comenzó el trazado del jardín de la Isla; toda esta tarea continuó bajo su sucesor, Juan de Herrera.
Fernando VI y Bárbara de Braganza en los jardines de Aranjuez (1756) de Francesco Battaglioli
Si bien bajo Carlos I se mantenía un equilibrio entre el territorio dedicado a la caza y a las actividades productivas, bajo Felipe II el territorio se puso al servicio casi exclusivo de la caza; las actividades ajenas a la satisfacción del rey y de la corte estaban casi todas prohibidas. Durante los siguientes Austrias, el desarrollo de Aranjuez se estancó. Felipe III no llevó a cabo ninguna intervención hasta que regresó la Corte a Madrid en 1606. Sin embargo, eso no supuso el abandono de Aranjuez, ya que tanto Felipe III como Felipe IV continuaron organizando espectáculos y diversiones varias. Bajo Felipe IV se trató de continuar las obras en el palacio, con escasos progresos.93 A nivel normativo, en 1650 se establecieron unos nuevos límites del Real Sitio de Aranjuez, que mejoraban los establecidos anteriormente, y que perduraron inalterados hasta el siglo XIX. Con el cambio de siglo, la Corona pasó a manos de los Borbones tras la resolución de la guerra de sucesión, en la cual Aranjuez estuvo del lado borbónico. El nuevo monarca, Felipe V, reanudó las obras del palacio y procedió a demoler la antigua casa maestral, hecho que ocurrió en 1727. En 1739, Santiago Bonavía comenzó a asumir responsabilidades como maestro mayor y desde entonces estuvo al cargo de la reforma y redefinición del Sitio.97 Con la llegada de Fernando VI y Bárbara de Braganza, Aranjuez recuperó el esplendor de antaño; era su residencia predilecta y la convirtieron en escenario de deslumbrantes fiestas y celebraciones. Hacia 1748 los monarcas comenzaron a plantear la derogación de las restricciones anteriores y fundar una ciudad ex novo que permitiese el acomodamiento de nobles, embajadores, funcionarios, criados y proveedores durante su estancia.
Los primeros pasos contemplaron la aprobación, en enero de 1750, del proyecto de viaje de aguas desde varios manantiales cerca de Ocaña, y la renovación de lo que sería la plaza de San Antonio, mientras que el Plan General de Aranjuez fue presentado y aprobado el verano de ese mismo año. El ritmo de construcción fue intenso e incluyó equipamientos, casas de jornada para cortesanos y empleados, y edificaciones privadas tanto de familias nobles o aquellas destinadas al alquiler, además de continuar obras inconclusas como el palacio. A Fernando VI le sucedió Carlos III; este renunció al carácter lúdico y, en su lugar, entendió Aranjuez como una gran explotación donde experimentar las ideas agrícolas, ganaderas y científicas desde el punto de vista ilustrado.
Sus actuaciones en el casco urbano incluyeron casas auxiliares para el servicio de S.M., cuarteles militares, equipamientos para la población y otras construcciones asociadas a la Familia Real. A todo ello se unirían las diversas modificaciones en la plaza de San Antonio y los primeros pasos para la formación del jardín del Príncipe. En el palacio, Francesco Sabatini levantó dos alas en la fachada oeste, creando un patio de honor. Con la llegada al poder de Carlos IV, las actuaciones se centraron principalmente en la conservación y renovación de lo existente, y en continuar los trabajos en el jardín del Príncipe, donde se levantaría la casa del Labrador. Los nuevos monarcas eran más dados a la popularidad e hicieron del Sitio el escenario de sus fiestas y espectáculos.
Edad Contemporánea
Caída y prisión del Príncipe de la Paz (Motín de Aranjuez)
A raíz del Tratado de Fontainebleau y del complot de El Escorial, ambos del 27 de octubre de 1807, aumentó el descontendo popular hacia Manuel Godoy. Este trató de convencer a los reyes para huir hacia Andalucía y, si fuera necesario, embarcar para América. Sin embargo, ante esa posibilidad, la población de Aranjuez y de otras localidades cercanas se amotinó la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 y tomó el palacio de Godoy, con intención de atraparle. Este, escondido, no se entregó hasta la mañana del día 19, y esa misma tarde Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando VII, sucesos que verían su desenlace, más tarde, en las abdicaciones de Bayona. El 25 de octubre, en el palacio real, se constituyó la Junta Suprema Central, pero ante el avance de los franceses abandonó el Sitio en dirección a Andalucía. Los invasores asaltaron Aranjuez por la fuerza y lo saquearon. Napoleón permitió elegir por primera vez un Ayuntamiento, cuyo primer alcalde fue Domingo Gaspar Pérez.
El 7 de noviembre de 1812 los franceses abandonaron el Sitio. Pasada la contienda, el nuevo monarca reinstauró el orden preconstitucional y en los años siguientes la población se recuperó progresivamente y vio cómo se reparaban los daños producidos durante la guerra. En diciembre de 1833 se publicó la división provincial de España e, inicialmente, Aranjuez formó parte de la provincia de Toledo, hasta que en 1838 fue segregada de esta y pasó a la de Madrid. En 1834, para conmemorar la firma de la Cuádruple Alianza, se realizó el jardín de Isabel II. El 9 de septiembre de 1836 se constituyó, definitivamente, el Ayuntamiento de Aranjuez. Tras su llegada al trono, Isabel II fue asidua del Real Sitio, y bajo su gobierno, el 9 de febrero de 1851 tuvo lugar la inauguración de la línea de ferrocarril entre Madrid y Aranjuez.
Entre 1856 y 1868 el municipio albergó la Escuela Central de Agricultura, un centro de formación de ingenieros y peritos agrónomos, que se instaló en La Flamenca. Tras la revolución de 1868, el Ayuntamiento fue sustituido por una Junta Revolucionaria que se incautó de los bienes de la Corona; se expropiaron todas las fincas y, tras el paréntesis de Amadeo I, en 1873 salieron a subasta, vendiéndose su mayoría. En 1899 Aranjuez recibió el título de villa.
Bajo Alfonso XIII, en 1917 se inauguró el Real Hipódromo de Legamarejo, y durante los años siguientes fue habitual la celebración de distintas competiciones hípicas. En los años 1930 se instalaron los estudios cinematográficos de ECESA (Estudios Cinema Español S.A.); el proyecto buscaba convertir Aranjuez «en el Hollywood de los países de lengua española». Durante la guerra civil, el Jarama fue escenario de una batalla decisiva, en febrero de 1937, ya que retrasó la toma de la capital; como testigos de aquellos momentos perduran varios búnkeres en el término municipal, por ejemplo en Valdelascasas y en la Montaña. Aunque la población no sufrió tantos daños como otras cercanas, se tuvieron que llevar a cabo una serie de obras de reconstrucción, aunque debido a la importante presencia de Patrimonio Nacional, no se vio beneficiada de las ayudas de Regiones Devastadas.
En los años cincuenta y sesenta, Aranjuez vivió una época de gran actividad constructiva, y en los años setenta los sectores secundario y terciario desbancaron al primario como principal actividad económica. En 1968 se aprobó un Plan General que buscaba convertir Aranjuez en núcleo descentralizador y descongestionante de la capital. Sin embargo, tales previsiones de crecimiento no se produjeron, siendo superada por los pueblos de la corona metropolitana, por lo que la ciudad se fue configurando como núcleo turístico y de ocio. En 1980 se convirtió en cabeza de partido judicial, dejando de pertenecer a Chinchón. En 1977 se había iniciado el expediente para la declaración de Aranjuez como conjunto histórico-artístico y el 15 de noviembre de 1983 fue publicada en el BOE dicha declaración.15 El 14 de diciembre de 2001 la Unesco declaró el Paisaje cultural de Aranjuez como Patrimonio de la Humanidad.
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